Por: Montserrat Toledo, Diario Financiero
Por estos días, las mujeres jóvenes chilenas superan a los hombres de su misma edad en cuanto a resultados educacionales. La proporción de mujeres recién tituladas en educación superior también es mayor que la de hombres, y el rendimiento de ellas es ligeramente más alto. Pero, pese a esto, siguen existiendo “diferencias sociales y económicas básicas entre los sexos”.
Esta es la última advertencia lanzada hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), precisando que “la tradicional visión del hombre que mantiene y provee para su familia y la mujer que se queda en casa y cuida del hogar sigue siendo común en Chile, lo cual significa que las mujeres dedican más horas al cuidado de los niños y labores domésticas”.
En su informe “Igualdad de género en Chile: hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado” -el primero de una serie sobre el tema en la región- la entidad alerta que cada semana la combinación de horas de trabajo remunerado y no remunerado de mujeres trabajadoras supera la de los hombres en igual situación en 12 horas.
“Aun si las mujeres ampliaran su trabajo fuera del hogar, probablemente seguirían realizando muchas labores comúnmente percibidas como ‘trabajo femenino’ dadas las posturas y estereotipos existentes”, apunta la OCDE.
La tasa de empleo femenino -que llega a 53,2%- es casi 20 puntos porcentuales más baja que la masculina. Al contemplar la maternidad, la tasa de empleo entre las mujeres con hijos menores de tres años es 10 puntos porcentuales más baja que para las madres con hijos de tres a cinco años, y al mismo tiempo está 15 puntos por debajo de la de mujeres cuyo hijo menor tiene entre seis y 14 años.
En el plano de las remuneraciones, la OCDE evidencia que el 13,6% de las trabajadoras a tiempo completo gana menos de dos tercios del salario mínimo, y la proporción de mujeres que ganan un sueldo bajo es aproximadamente 1,6 veces mayor a la de los hombres.
Ante este panorama, el organismo es claro: “Al igual que en otras economías regionales, el principal desafío que enfrentan las mujeres en Chile no es la falta de puestos de trabajo”, dice el reporte, que precisa que “las mayores preocupaciones se relacionan con la falta de empleos de calidad”.
La irrupción de la pandemia no ha pasado desapercibida en el mercado laboral, y ha significado que cuatro quintos de las mujeres que dejaron de trabajar durante la crisis en Chile no han buscado un nuevo trabajo.
“Esta precipitación masiva de inactividad del mercado laboral es una indicación de que muchas mujeres asumieron aún más labores de cuidado”, advierte la entidad, que precisa que “esto ha desencadenado problemas de estrés y salud mental y un recrudecimiento en los episodios de violencia contra las mujeres”.
Respecto a cómo responder a la pandemia, la OCDE recomienda facilitar el acceso de los hogares de bajos ingresos -sobre todo monoparentales en su mayoría femeninos- a beneficios y programas de seguridad social que apoyen a las familias y permitan a las mujeres retornar al empleo formal. También propone prevenir un aumento de la inactividad y exclusión de las mujeres de la fuerza laboral formal, e intensificar el acceso a medidas de emergencia para trabajadoras independientes, entre otros puntos.
Más allá de la crisis, el informe insta a reducir las barreras para distribuir trabajos remunerados y no remunerados de forma más equitativa, ampliar las licencias parentales y reforzar las opciones de trabajo flexible y teletrabajo también serían fundamentales, junto con “continuar con los esfuerzos para reducir la transmisión de estereotipos de género en la educación”.
Para que el trabajo remunerado de las mujeres sea más rentable, la OCDE sugiere garantizar el acceso a una educación de calidad para todos, además de seguir promoviendo a mujeres en puestos de liderazgo -sobre todo en el sector privado-, apoyando al emprendimiento femenino, fomentando interés entre las niñas por carreras en áreas como ciencias, tecnología y matemáticas (STEM, su sigla en inglés) y combatiendo la violencia contra las mujeres al reducir las barreras que impiden a las víctimas de violencia y acoso sexual acceder al sistema judicial.
“Las medidas de políticas económicas y sociales mencionadas anteriormente deben integrarse a un esfuerzo más amplio en donde se incorpore la perspectiva de género a las respuestas de los gobiernos para la crisis Covid-19”, dice el informe, el cual explica que a corto plazo, se debe aplicar una óptica de género a las políticas de emergencia.
A más largo plazo, el gobierno debe contar con un sistema de integración de la perspectiva de género “que opere bien y con fácil acceso a datos desglosados por género en todos los sectores, de modo que se pueda evaluar fácilmente el impacto diferenciado en mujeres y hombres”.