Son millones las personas alrededor del mundo que diariamente navegan en internet e interactúan en las redes sociales. Sin embargo, gran parte de ellos desconoce la gran cantidad de información que está entregando.
Cada “me gusta”, cada reacción e interacción sirven de material para que los algoritmos y la inteligencia artificial de la red social sean capaces de descubrir los rasgos íntimos de sus usuarios.
“Los algoritmos pueden ir más allá de lo que los humanos pueden lograr. Para un ser humano, los ‘likes’ a una película revelan los gustos cinematográficos. Los algoritmos encuentran patrones y la misma información puede revelarles mucha más información íntima de un ser humano”, explica Michal Kosinski, profesor de Comportamiento Organizacional de la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford y que este 04 de julio se presentará en nuestro país en la Conferencia “Inteligencia Artificial: El fin de la privacidad”.
Pero eso no se queda ahí. Cada llamada o mensaje enviado o no enviado por cualquier plataforma electrónica, cada búsqueda en Google, cada “match” en Tinder y prácticamente nuestra vida digital genera datos que dejan una “huella digital” invisible para los usuarios.
El volumen de datos que genera la humanidad es inmensa. Para dimensionarlo, Kosinski dice que si se quisiera hacer un respaldo de la información generada por la humanidad en sólo un día, en el 2025 sería necesaria una torre de DVD de 100,000 kilómetros. Y son datos que alimentan a los sistemas de inteligencia artificial o computadoras que con el tiempo aprenden por sí mismos y predicen escenarios.
Por todos lados se habla de inteligencia artificial: para atención al cliente, para los negocios, para la seguridad, para la política, para la salud, para la ciencia. Y con cámaras en cada rincón de las ciudades, casas y edificios, la inteligencia artificial ha llegado en el reconocimiento facial.
Tecnológicas pioneras de esta tecnología como IBM ya hablan del análisis de voz y reconocimiento facial para predecir sentimientos, pero el experto de la Universidad de Stanford advierte que llegará el momento cuando las computadoras puedan conocer aspectos como la personalidad o la orientación sexual con sólo pasar frente a una cámara.
Con un escenario de esta naturaleza, Kosinski advierte, en una conferencia impartida en el Senado de la República, sobre la inminente llegada de la era de la “post privacidad” donde la intimidad será una cosa del pasado.
“Estamos dejando un creciente número de huellas digitales detrás al utilizar distintos productos y servicios digitales. Ahora, las computadoras están mejorando en convertir esas huellas digitales en predicciones de nuestro comportamiento futuro y en nuestros rasgos íntimos”, señala.
Esto convierte el futuro en un camino lleno de dilemas, aciertos y errores, explica el experto. Por un lado, los negocios quieren más datos de los usuarios para ofrecer mejores servicios, compartirlos con otras entidades y obtener mayor provecho; pero si exceden los límites éticos o principios básicos de privacidad en sus prácticas, los usuarios pueden abandonar las plataformas.
Fuente: El Economista