Las instituciones que lideran la evidencia científica del cambio climático en el mundo

Por: Valentina Mora, Diario Financiero

Para combatir los efectos del cambio climático se requieren planes y medidas urgentes de mitigación y adaptación que permitan reducir la trayectoria del calentamiento global a 1,5° Celsius. En este escenario, resulta clave tener claras las fuentes de información que aportan evidencia científica para la toma de decisiones y que también conocer soluciones para aplicarlas localmente.

Una de las principales entidades es el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Es el encargado de realizar estudios y aportar la evidencia científica a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP. Pero no es el única.Tres expertos chilenos, Laura Farías, en oceanografía, Francisca Tondreau, en biodiversidad y preservación de la naturaleza, y Francisco Meza, en agricultura y cambio climático, comentan qué instituciones y fuentes de información siguen habitualmente para estar al día y entender el avance del fenómeno.

Datos confiables e iniciativas en océanos

Laura Farías, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR(2) de la Universidad de Chile y académica del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, dice que para confiar en una institución debe tener “respaldo científico y que en sus orgánicas intervenga un comité científico. Cumplir con valores de libre acceso a datos, transparencia e independencia y valor educativo para las comunidades”. En ese sentido, destaca al IPCC, porque “proporciona una fuente objetiva de información científica”, afirma.

Específicamente en océanos, sigue iniciativas como Blue Carbon Initiative, que “es un programa global coordinado enfocado en mitigar el cambio climático a través de la conservación y restauración de ecosistemas costeros y marinos”. También destaca el trabajo científico de ONGs como Ocean Conservancy y Oceana, así como instituciones que entregan “datos gratuitos, validados y confiables”, como La NASA, Copernicus, y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (EEUU).

Revistas científicas y biodiversidad

Francisca Tondreau, directora de The Nature Conservancy (TNC) para Chile, Bolivia y Paraguay, dice que en sus funciones ha constatado la importancia de la labor científica en las instituciones, que en el caso de TNC suma 400 científicos en el mundo.

Señala que es vital que las fuentes de información sean cada vez más diversas, que “gente de distintas organizaciones se junten a hacer ciencia juntos”, comenta.

En esa línea, además del IPCC, sigue a Nature4climate -que reúne distintas organizaciones grandes que realizan campañas y generan información en conjunto- y a revistas científicas como la Global Change Biology, Global Environmental Change, Nature Sustainability, Nature Climate Change y Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

“Me ayudan a entender cuáles son las soluciones desde la naturaleza, que contribuyen a mitigar el cambio climático o adaptarnos. Por ejemplo, cuánto captura un bosque o tipo de suelo, siempre en base a evidencia científica”, comenta Tondreau.

Universidades y soluciones para la agricultura

El ingeniero agrónomo Francisco Meza, fundador del centro Cambio Global de la Universidad Católica y experto en cambio climático, se nutre principalmente de universidades.

Dice que consulta el trabajo de universidades de EEUU como California Davis, de Arizona y las estatales de Ohio y de Washington.

“En Europa me interesa mucho el trabajo de la Universidad de Wageningen y la Universidad Tecnológica de Munich que acaba de abrir un programa de Agricultura Digital. En Australia sigo el trabajo de la Universidad de Tasmania”, cuenta Meza.

En algunas, por ejemplo, “se está probando activamente formas de producción sustentable con cultivos mixtos, desarrollo de tecnologías en que el tema de la economía circular es fundamental. También el uso eficiente de agua”, dice.

Meza valora que estas instituciones tengan facilidades para utilizar la información que generan a través de redes meteorológicas que están a disposición de los usuarios y que además, tienen un “constante servicio de generación de información secundaria adaptada a las necesidades de los usuarios”, afirma.