Por: Rocío Vargas, Diario Financiero
La desigualdad de ingresos es un tema que produce anticuerpos tanto en las grandes potencias como en los países en desarrollo como Chile, y las causas de estas diferencias son variadas. Este problema captó la atención de los académicos Rodrigo Fuentes y Edward E. Leamer, de la Universidad Católica y la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) respectivamente, quienes desarrollaron en conjunto la investigación “Esfuerzo: el actor poco reconocido en la inequidad salarial de Estados Unidos”.
El estudio plantea que existen varias hipótesis que intentan explicar este fenómeno bajo dos ejes: la globalización y la revolución tecnológica. Sin embargo, Fuentes y Leamer se enfocaron en esta última parte y en cómo la irrupción de la tecnología beneficia a quienes tienen un mayor nivel educacional y así, aumentan sus salarios.
En conversación con DF, Fuentes -también Ph.D de UCLA- explicó que dentro de las teorías más tradicionales, se abren además otras dos aristas: “La inmigración de trabajadores de baja calificación a EEUU ha influido en el mercado de los servicios tales como hospedaje, restaurantes y comercio detallista, lo que es un tema muy vigente en Chile, y la competencia internacional, que ha disminuido fuertemente la mano de obra del sector manufacturero, generando importantes desplazamientos de la fuerza laboral desde ese sector a otros, con variaciones en las remuneraciones reales y la inequidad”, dijo.
El profesor de la PUC detalló que dentro de este enfoque alternativo, uno de los principales hallazgos es la fuerte disminución de los ingresos reales de los trabajadores que cuentan sólo con enseñanza media o inferior, frente al gran aumento en los salarios reales de los trabajadores con pregrados universitarios y postgrado, además del aumento en las horas trabajadas por estos últimos.
“Lo que lleva a las personas más calificadas –con mayor nivel de educación- a trabajar más horas es que deben pagar por el capital humano que adquirieron, el cual es muy caro debido al aumento de los costos de la educación”, explicó, enfatizando en cómo la irrupción digital ha abierto paso a otras formas de trabajar: “La tecnología permite que aquellos con mayor calificación puedan trabajar más horas ya que pueden hacerlo de forma remota y, además, desarrollan actividades para las cuales no deben estar presentes con el resto del equipo de trabajo o directamente con el cliente. Esto permite desarrollar actividades fuera del horario de trabajo”, apuntó Fuentes.
“Las innovaciones en la informática personal y las comunicaciones basadas en Internet han permitido a los trabajadores individuales la libertad de elegir horas de trabajo semanales muy por encima de las 40: 24/7 en la jerga actual”, narra el texto que profundiza en la creciente automatización laboral que ha gatillado una caída de los empleos manufactureros.
Fuentes explicó que esto se debe a una menor demanda de trabajo en ese sector, “lo que aumenta el desempleo y reduce los salarios reales de esos trabajadores, por lo tanto, ellos deben desplazarse hacia otros sectores donde su productividad podría ser menor y, en consecuencia, recibir un salario menor (…) La producción y el empleo en la industria manufacturera ha disminuido fuertemente en EEUU debido principalmente a la disminución de trabajadores con baja escolaridad”.
En esa línea, el director del departamento de Economía de la Universidad Diego Portales, Nicolás Garrido, comentó que “la nueva tecnología de automatización ha dejado fuera a personas que hacían trabajos rutinarios en la manufactura, y se perdió el efecto ‘igualador’ de la complementación entre tecnología y equipo de trabajo que existía en este sector”. Agregó que dichos cambios en los sectores de servicios “promueven el desarrollo de los talentos individuales, que requieren mucha inversión en educación para ser explotados”, lo que más tarde se traduce en mejores ingresos “y tienen incentivos para trabajar más horas. Es decir, esforzarse más”, dijo.