Por: Rocío Vargas Suárez, Diario Financiero
La equidad de género está cada vez más en boga a nivel mundial. El aporte de las mujeres está impreso en las distintas aristas de la sociedad y ha sido crucial para el desarrollo de los países, sobre todo a raíz de su participación en decisiones políticas y económicas. Así lo plantea la investigación de los académicos Matthias Doepke, Michele Tèrtilt y Alessandra Voena, de las universidades de Northwestern, Mannheim y Harvard, respectivamente.
El documento explica que “los derechos de las mujeres y el desarrollo económico están altamente correlacionados”, apuntando a que las facultades por las que abogan las mujeres están más ligadas al gasto en salud, educación y mejoras para la niñez, lo que suele beneficiar dicho desarrollo. “El aumento en el retorno al capital humano induce a los hombres a votar por los derechos de las mujeres, lo que a su vez promueve el crecimiento del capital humano y del ingreso per cápita”, detalla el texto.
Doepke, coautor del paper y Ph.D. en Economía de la Universidad de Chicago, explicó a DF que uno de los principales hallazgos es que “el desarrollo exitoso y los derechos de las mujeres se refuerzan mutuamente: cuanto más se tiene de uno, más se obtiene del otro”.
Esto sería una consecuencia del vínculo entre el desarrollo económico y las familias, y su intervención en el cambio político a raíz de la expansión de los derechos de las mujeres. “Nos preguntamos si más derechos para ellas es simplemente un subproducto del desarrollo, o más bien una parte integral de una estrategia de desarrollo exitosa”, dijo Doepke y explicó que el mercado laboral también se ve impulsado por una mayor participación femenina.
Sin embargo, la académica de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Católica y parte de la Red de Politólogas de Chile, Julieta Suárez-Cao, hizo hincapié en que si bien “la incorporación en masa al mercado del trabajo ha beneficiado fuertemente la economía, tal incorporación sucedió en el mercado formal. Las mujeres trabajamos mucho en todas partes del mundo, sólo que en los países en vías de desarrollo esta participación suele darse como trabajo informal, además del ubicuo trabajo no remunerado y la doble jornada”.
Doepke afirmó que los cambios en la vida familiar “son una parte clave del proceso de todos los países que se desarrollaron con éxito”, dando como ejemplo la caída en la fertilidad que “acompaña al desarrollo y que se asocia con una mayor inversión en la escolarización y educación de los niños”, explicó.
“Existe evidencia de que las mujeres están más motivadas por problemas familiares y más a favor de expandir el estado de bienestar y la educación pública en comparación con los hombres”, indicó el académico, haciendo el nexo en que “probablemente, los derechos de las mujeres aceleraron algunos de los cambios en estas áreas, aunque las preferencias políticas de los hombres también se estaban moviendo en la misma dirección, impulsadas por los cambios económicos”.
Suárez-Cao explicó esta diferencia como parte de “estereotipos de género y división sexual del trabajo en política”, apuntando a que los hombres se ocupan de temas más técnicos o masculinizados, como economía y seguridad, mientras que las mujeres de tópicos más blandos debido a una “tendencia natural que puede leerse como intereses diferenciados por sexo. Sin embargo esta opinión es un poco simplista, ya que ignora los procesos de socialización de siglos que refuerzan estereotipos y son socialmente aceptados en términos de expresión de género”. La politóloga también enfatizó en las tareas pendientes: “El impacto político de las mujeres tardó más en notarse porque aún no formamos parte de los órganos de toma de decisiones en la misma medida que los hombres”.