Por: Merly Blanco, Business Development Manager Cono Sur de Laboratoria.
Recientes estudios confirman lo que creíamos: son las mujeres, junto con personas afroamericanas, las más afectadas por los despidos de la industria tecnológica que se han registrado en los últimos meses.
Desde pequeñas startups hasta gigantes tecnológicos, son 749 compañías las que han despedido a más de 200 mil personas entre enero y junio de este año -en varios países pero sobre todo en Estados Unidos-, de acuerdo a los reportes de Layoffs. Según el sitio especializado en el seguimiento de estos recortes, cerca del 45% de los trabajadores que se vieron afectados por la última ola de despidos en tech eran mujeres.
A simple vista, pareciera que este porcentaje es menor en comparación, pero es necesario considerar que las mujeres representan menos de un tercio de la fuerza laboral en esta industria, ocupando menos del 25% de los cargos técnicos y de liderazgo, tal como consigna un estudio de Deloitte de 2022. Esto quiere decir que la población femenina, que ya es una minoría, está siendo perjudicada desproporcionadamente. Después de años tratando de avanzar en la inclusión y diversidad de estos espacios, hoy estamos viendo un gran retroceso.
Por esto, es clave que en la industria tecnológica se siga impulsando el compromiso de disminuir la brecha de género, para que los sesgos y discriminaciones dejen de ser una barrera de entrada para un grupo que históricamente ha sido marginado de estos lugares.
Las empresas tech, por el rol que cumple en este mundo globalizado, deben manejar políticas de equidad e inclusión en sus estrategias de contratación, evaluación y despidos, para así mantener las proporciones de empleados, sobre todo por su labor de desarrollar herramientas de alto impacto. No se trata solo de cumplir una cuota, sino más bien de contar con ideas más diversas y que los productos o servicios a ofrecer sean funcionales para los distintos géneros, nacionalidades, etnias y contextos sociales.
Porque la falta de diversidad no solo afecta de forma directa a las mujeres y personas marginadas, sino que también perjudica a los usuarios y usuarias.
ChatGPT es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede replicar sesgos de género, como vemos en el case compartido por la directora de Women Leading in AI, Ivana Bartoletti donde le pidió al chat que escribiera una historia sobre un niño y una niña escogiendo qué estudiar en la universidad. ¿El resultado? El texto decía que el niño quería trabajar en ciencia y tecnología, pues no podría manejar la creatividad y emoción de las bellas artes, mientras que la niña respondió que, por los tecnicismos y números de un programa de ingeniería, prefería las bellas artes. En este caso vemos que la desigualdad puede exacerbar la inequidad existente, insistiendo en roles de género antiguos.
Con la irrupción de la Inteligencia Artificial, seguimos confirmando que la participación de mujeres y diversidades es clave para tener herramientas inclusivas, que nos permitan avanzar hacia un futuro digital más justo y equitativo. No podemos retroceder con lo que hemos avanzado en los últimos años y es rol de todos y todas que las mujeres puedan ocupar los espacios que deseen.