DF Lab Opinión/ Emprender para la próxima década

 

Por: Mariana Poblete, gerente Selección y Crecimiento de Endeavor Chile.

El exprimer ministro del Reino Unido y figura histórica de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, señaló que "el éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo". Dicha frase ejemplifica cuál debería ser el foco de los emprendedores, en particular, su capacidad de resiliencia ante contextos en los que muchas veces no hay control. Emprender es un acto de libertad y perseverancia, pero sobre todo de humildad, a través del cual se integran aspectos que nos ponen a prueba ante nuevos desafíos.

Resultados de 2022 del U.S. Bureau of Labor Statistics indican que el 20% de los nuevos negocios fracasan durante sus primeros dos años, 45% en los cinco, y 65% después de una década. Estas cifras demuestran que emprender es una tarea ardua y a veces impredecible. Sin embargo, el panorama en Chile de los emprendimientos de alto impacto, de las scaleups, está originando un escenario auspicioso.

A partir de cifras entregadas por el área de estudios, Endeavor Research, hoy la región Metropolitana concentra el 51% de las empresas con capacidad para convertirse en scaleups, mientras que el 7,6% está en la región del Biobío y 6,6% en Valparaíso. Lógicamente, los porcentajes muestran diferencias, pero lo relevante es que el emprendimiento experimenta un crecimiento exponencial, con modelos de negocios que rompen paradigmas, son escalables, generan empleos de calidad e incrementan el bienestar de la comunidad, apuntando al foco del triple impacto.

Estos atributos se aprecian en diversos emprendedores de alto impacto, siendo uno de ellos Houm, empresa chilena especializada en el arrendamiento y venta de propiedades de manera digital que comenzó en 2018, y que mediante la tecnología busca democratizar el mercado inmobiliario. Existen otros casos de éxito como Buk o Klog, pero si tuviésemos que detectar los puntos en común serían: las oportunidades que han logrado identificar en diversas industrias; la capacidad para comunicar de manera efectiva los alcances de sus proyectos, teniendo presente las necesidades de personas más críticas, que buscan la innovación y, principalmente, una visión centrada en la disrupción.

Los emprendedores de la tercera década del siglo XXI están obligados a ser más resilientes para identificar eventuales desafíos y sus procesos de resolución. ¿Cómo? Sumando habilidades directivas, una mejor planificación, siendo más rigurosos en el tiempo empleado ante diversos procesos y, sobre todo, adaptándose al cambio. Comprender esto último y tener claro sus alcances, riesgos y oportunidades, debiese ser parte del ADN del emprendedor.

Latinoamérica continuará creando emprendedores de alto impacto, y los chilenos ya nos hemos subido a esta tendencia. Ahora debemos seguir potenciando la calidad, herramientas, conocimiento y preparación de quienes están detrás de los emprendimientos (fundadores y equipos), para que nuestro país sea aún más competitivo a nivel local e internacional.