DF Lab Opinión / Conservarnos competitivos en la economía digital

Por: Por María José Acuña, Directora Ejecutiva de Tway 

Sabemos que en ambiente evolutivos lo único que se conserva es aquello que se transforma; el resto queda en el camino. Y la transformación digital es la forma de conservar los negocios en una economía con reglas, desafíos y oportunidades distintas.

Porque transformar es transitar. Pasar de hacer negocios con certezas a proyectarlos en contextos disruptivos, de ver a clientes como compradores a mirarlos como redes dinámicas en constante cambio, de ajustar nuestras organizaciones, competencias y culturas jerárquicas a operar bajo esquemas colaborativos o redarquías. Sobre todo, de agregarle inteligencia a cada uno de los factores sobre los que se levantan nuestras propuestas de valor, cocreando con nuestros clientes.

Transformar es recalibrar sobre una nueva realidad: la conectividad. Y el gran desafío es conectar nuestros negocios con las oportunidades de mejoras en el trabajo, los procesos y el desarrollo de productos y servicios a la medida, incorporando facilitadores tecnológicos y entendiendo a nuestras organizaciones, industrias y mercados como ecosistemas, donde todo resuena.

El paso digital no se trata solo de constatar una innovación energética, como fue movernos a carbón, vapor y electricidad o una nueva optimización en la línea de producción. En parte son metodologías, herramientas y tecnologías. Pero es más que eso.

La transformación digital es el proceso adaptativo necesario para hacer negocios con éxito en una economía de mercados inciertos, dinámicos, frágiles y líquidos, inundados por tecnologías disruptivas que borbotean a ritmos exponenciales, y nos obligan a equilibrar entre lo nuevo y lo viejo, la inversión y el retorno, el corto plazo de incorporar innovaciones y la productividad que traerán en el largo plazo, sabiendo que 18 meses es lo máximo que una empresa puede tolerar para ver resultados en sus operaciones y finanzas antes de abandonar su transformación digital.

En esta nueva realidad convivimos con jugadores más ágiles, flexibles y livianos en costos, que lanzan productos como servicios y servicios como plataformas, sin resistencias, ni legacy. Emprendimientos de bajo riesgo que escalan rápidamente con venture capital, y están activos en todas las industrias: Fintech, insuretech, turistech, agritech, foodtech, minetech, healthtech, edutech, suma y sigue.

El último ingrediente fue la aceleración digital provocada por la pandemia. Como explicó, Mohanbir Sawhney, profesor en la Escuela de Negocios Kellogg de la Universidad de Northwestern, “Ha habido más innovación en los últimos 6 meses que en los últimos 6 años”.

Todo esto cambia la forma de hacer negocios, competir, optimizar y entender a nuestros clientes y colaboradores, obligándonos a recalibrar nuestros modelos. ¿Cómo lo hacemos?

Mirándonos bajo la lupa de la conectividad, donde conviven factores humanos, técnicos y de negocios en una conversación sistémica y colaborativa, que requiere instalar la transformación digital como estrategia adaptativa. Sólo así podemos operar a la velocidad que los cambios nos exigen hoy, incorporando agilidad e inteligencia al ecosistema. De esta forma, construimos en el presente lo que proyectamos nos volverá más exitosos en el futuro. Sobrevivimos y creamos valor.