Por: Pamela Cuevas V., Diario Financiero
Un nuevo deterioro en la salud mental de las personas entre 21 y 64 años volvió a registrarse en abril, de la mano de las mayores medidas de confinamiento a nivel nacional, que el mes pasado significaron que más del 80% de la población estuvo en cuarentena.
De acuerdo con el Termómetro de Salud Mental, elaborado por el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la UC y la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), con 16,3 millones de personas en cuarentena el 32,8% exhibió síntomas asociados a sospechas o presencia de problemas de salud mental. Esto significó un incremento de 6,1 puntos porcentuales frente a noviembre, cuando sólo 1,1 millón estaba con limitaciones severas para su movilidad.
En tanto en comparación con la fotografía de julio, cuando 10,8 millones de personas estaban en confinamiento, el deterioro de la salud mental evidencia una disminución de 1,8 puntos.
“Una crisis económica tiene asociado un conjunto de crisis en la salud en las distintas dimensiones (…) Acá tenemos un conjunto de indicadores de bienestar que ha ido en declive con la crisis, como los problemas de salud mental y de soledad que están altamente relacionados con las medidas que se puedan o no tomar a nivel económico”, señaló el director del centro UC, David Bravo.
Si bien a nivel general la delincuencia y la posibilidad de contagio son los elementos más predominantes entre quienes respondieron a la consulta -aplicada a hogares vía telefónica durante los primeros días de abril- Bravo destacó que para quienes no tienen empleo es la situación económica esperada el principal factor junto a la delincuencia.
En este contexto, agregó que “cuando no somos capaces con nuestras políticas (públicas) de atender adecuadamente a la magnitud de la crisis, esa crisis no sólo se traduce en tasas de no empleo de las empresas o en caídas gigantes -como las que tuvimos en 2020- de los ingresos, sino que también se traduce en caídas en el bienestar: salud física, mental, emocional de las personas”.
En la correlación entre la situación económica y la salud mental, el informe destaca que la detección de sospecha o presencia de problemas fue de 50% entre los desempleados -es decir, quienes entre quienes buscan activamente un empleo- y de 39% entre quienes están laboralmente inactivos.
Esto, en un contexto en el que las tasas de desempleo del país, de acuerdo con las últimas cifras oficiales, siguen estando por sobre los dos dígitos, mientras que el grueso de los desocupados ha pasado directamente a la inactividad a la espera de que mejoren las condiciones sanitarias para reiniciar la búsqueda de empleo.
Desde la perspectiva de los hogares que reportan una pérdida de ingresos, la sospecha o presencia de problemas de salud mental es “muy superior” al reflejar un 40,1% de mayor sospecha en alguno de sus integrantes.
A ello se suma que la prevalencia de estos es casi 3 veces superior en el caso de quienes tienen una situación de deuda en el hogar “complicada”, en relación con los que no tienen problemas económicos.
Por género el 37,4% de quienes tienen mayor malestar psicológico son mujeres mientras que 28% son hombres.