Por: Salustio Prieto, presidente fundador de la Asociación Chilena de Logística (ALOG) y cofundador de Next4.
Durante la recesión de Estados Unidos -2007-2009- y los tres años siguientes, muchos profesionales desempleados comenzaron a crear emprendimientos a partir de las funcionalidades y ventajas de las aplicaciones móviles, desbloqueando activos subutilizados, capacidades financieras o talentos para que fueran usadas temporalmente por terceros. Así nació Airbnb, Uber, Task Rabbit, WeWork, Instacart, entre otros, dando paso a una nueva economía basada en la confianza y un ecosistema colaborativo.
Hoy nuevamente entramos a un ciclo recesivo global y Chile no está ajeno. Las ventas del retail muestran caídas del 25% anuales, mientras el comercio electrónico cae un 37%. Siguiendo la tendencia, la última información de la Cámara Nacional de Comercio, muestra una fuerte caída del Índice de Importaciones del Retail de 25,9% en el tercer trimestre. Esto se explica por la menor venta y la mayor acumulación de stock en el comercio minorista, donde según los datos del INE, se ha llegado a niveles históricos en acumulación de inventarios, con un alza anual de 31,4% el segundo trimestre de este año.
Estos datos, sumados a la desaceleración económica, ponen a la industria del consumo masivo en el centro de una tormenta perfecta, dejando en evidencia, una vez más, la fragilidad en la cadena de abastecimiento. Si bien el eCommerce y los últimos avances en lean logistics -eliminar las actividades inútiles de la cadena de abastecimento- habían aumentado la velocidad de rotación y la reducción de costos logísticos totales, desastres como la pandemia y las guerras han estresado el sistema: cierres temporales de plantas, contenedores que llegan después de temporada, altos precios de flete, falta de camioneros, sumado a procesos y estructuras rígidas que finalmente no permiten responder y avanzar con la velocidad requerida.
Por ello, es fundamental una mayor adaptabilidad y flexibilidad estructural de las cadenas de abastecimiento, lo que significa buscar más economías de alcance que las tradicionales de escala, orientarse a distribuir la manufactura y soluciones logísticas más desde lo local a lo local y crear una suerte de banda ancha de activos y capacidades a compartir. En este sentido, la Economía Colaborativa constituye una pieza fundamental.
Ejemplos hay muchos. Empresas internacionales como “Sook”, startup de retail as a service que arrienda espacios urbanos de alto flujo para que emprendedores online tengan tienda física por días, tipo pop up stores, o para que distintas marcas puedan liquidar en forma conjunta excesos de inventario, son una interesante alternativa para replicar en logística. La utilización de flotas compartidas para última milla o de capacidades ociosas o subutilizadas de activos logísticos, como centros de almacenaje y distribución que se desbloquean y comparten (arriendan) a través de plataformas colaborativas, tienen un importante impacto en la eficiencia y adaptabilidad de los procesos, muchos de los cuales existen y están disponibles en nuestra industria.
De este modo, la mirada “Logistics as a service” es la que permitirá a las empresas optimizar el uso de recursos para lograr una mayor eficiencia y mejor respuesta en la administración de la cadena de abastecimiento, haciéndola más resiliente y rentable en el tiempo.