Por: Miguel Mora, Gerente General de Centro Interdisciplinario para la Productividad y Construcción Sustentable (Cipycs).
La ingeniería es una carrera clásica que durante mucho tiempo nos formó en cómo hacer o producir más a menor precio, lo que de alguna manera es correcto cuando la solución apunta a la cobertura y no a la calidad o el desempeño en el largo plazo. Hoy las regulaciones y la sociedad nos exigen tomar en cuenta variables sociales y medioambientales para el desarrollo de nuevo proyectos, por lo que desarrollar proyectos sostenibles no es un requerimiento, sino una urgencia y una obligación.
Para guiarnos en el camino a ser más sostenibles, ONU en 2015 propuso los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, nos invitan al desarrollo sostenible equilibrando la perspectiva económica con la social y la medioambiental. En los 17 ODS planteados por ONU, encontramos 169 metas y 231 indicadores que nos presentan desafíos sociales, medioambientales y económicos, sin embargo, el principal desafío para desarrollar proyectos sostenibles es cambiar nuestra forma de pensar. Para esto lo primero que hay que entender es que el planeta tiene recursos limitados y que el desarrollo de nuevas ideas/proyectos/empresas no puede consumir recursos sin dejar nada para el desarrollo y la prosperidad de las futuras generaciones.
Si tomamos esto como un desafío de la ingeniería en pos de la sostenibilidad, la disminución del uso de recursos naturales y la aceleración de la descarbonización de la industria deben ser la base de nuestros desafíos técnicos. Por lo que necesitamos fomentar la articulación entre la industria y la academia para lograr, a través de la Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), desarrollar nuevos materiales, tecnologías y métodos que nos permitan disminuir los impactos negativos (no-sostenibles) de la industria. Para esto, el IMA [Lab], el primer y único edificio reconfigurable para el testeo y prueba de materiales a escala real de Latinoamérica, que se inaugura esta semana en terrenos de la en la Pontifica Universidad Católica de Chile, es una oportunidad única para la industria chilena.
Otro gran desafío de la ingeniería es comprender que los nuevos proyectos/empresas no funcionan por si solos, sino que dependen de su interacción con el entorno, es decir, debemos dejar de diseñar proyectos como sistemas aislados. Para esto, debemos ser capaces de entender el sistema en el cual está inserto nuestro proyecto e integrar desde un inicio la perspectiva social y la medioambiental. Esto, nos permitirá entender desde el comienzo los impactos positivos y negativos de un nuevo proyecto a las personas, la sociedad y el medioambiente. Es fundamental, y también un desafío, no generar falsas expectativas ni mensajes erróneos en pos de la sostenibilidad, por lo que los impactos durante el desarrollo y operación del proyecto deben ser definidos a través de métricas reales, es decir, con estimaciones medibles, sin sesgos y transparentes.
Hoy el principal desafío que tenemos como sociedad es lograr equilibrar la perspectiva económica con la social y la medioambiental en pos de un desarrollo sostenible. Para superar este desafío, la ingeniería nos entrega herramientas y metodologías que, con una buena articulación entre la industria y la academia, nos permitirá fomentar el desarrollo sostenible de nuestra y las futuras generaciones.