Salario emocional: el concepto que cobra fuerza en las empresas por las demandas de las nuevas generaciones

 

Por: Carolina León, Diario Financiero.

De profesión ingeniera, Claudia (31 años) trabaja en una empresa de servicios tecnológicos y hace unos meses recibió una oferta laboral de una firma competidora que contemplaba casi el doble de la que era su remuneración en ese entonces. ¿Qué hizo? Pese a lo tentadora, la rechazó.

Si bien su empleador hizo el esfuerzo por mejorar su sueldo, fueron otros los aspectos que gatillaron que decidiera quedarse: “Acá me ayudan a financiar la mitad de mis clases de inglés, puedo teletrabajar, salgo temprano los viernes y ya no tengo pesadillas con el trabajo”, relata.

“El ambiente laboral es muy bueno, trabajar sin el susto de que llegue un jefe a gritarme no tiene comparación”, enfatiza.

Su testimonio refleja un concepto que toma cada día más fuerza entre los trabajadores jóvenes: el “salario emocional”, el cual dice relación con los beneficios que las empresas entregan a los colaboradores fuera de su sueldo o paquete monetario anual, explica la executive manager HR & Healthcare de la consultora de recursos humanos Page Personnel, Alejandra Cruzat.

“El término tiene al menos 10 años y surge ante un mercado laboral competitivo y con el fin de retener y atraer talento”, agrega y ejemplifica con ventajas relacionadas con salud, calidad de vida, sentido de pertenencia, desarrollo profesional, clima laboral y estabilidad en el trabajo, entre otros.

La fuerza del concepto, afirma el director de proyectos de Circular HR de Fundación Chile, Roberto Larraechea, responde a las generaciones de trabajadores más jóvenes, sus expectativas y el contexto económico en el cual se han insertado al mercado laboral.

Generaciones anteriores, especialmente a las que les tocó vivir escenarios económicos más adversos, el experto estima que “tenían otro concepto del trabajo”, donde la parte económica era crucial. “Podríamos decir que ellos eran bastante más ‘hijos del rigor’”, dice.

Pero a quienes han trabajado especialmente sólo la última década, no les tocó vivir ese nivel de dificultades. "Bajo esta realidad, las nuevas generaciones empezaron a exigir otros factores adicionales al sueldo, lo que se volvió un nuevo estándar mínimo para un lugar de trabajo. Si hay opciones allá afuera, ¿por qué debería aguantar un jefe tóxico o un mal ambiente laboral? ¿Estoy dispuesto a trabajar en una empresa que contamina o produce un mal a la sociedad?”, reflexiona Larraechea.

“Nadie trabaja por amor al arte, es cierto, pero creo que somos parte de una generación que resguarda más su salud mental, su bienestar. Mis compañeros de universidad y algunos amigos prefieren ganar menos plata, pero estar tranquilos, trabajar en algo que aporte algo más que un simple sueldo”, agrega Felipe, contador que hoy se desempeña en una firma bancaria.

Un imán

Pero no se trata solo de beneficios. Jaime Arrieta, CEO de BUK -software de Recursos Humanos- explica que los más jóvenes también buscan trabajos que les permitan desarrollarse profesionalmente y que, además, tengan un propósito.

“Las personas están comprometidas a generar un resultado, un cambio y ojalá ese cambio vaya alineado con el propósito. Que una organización tenga un propósito puede generar un valor increíble y, de hecho, es un imán para atraer nuevos talentos o mantanerlos”, subraya Arrieta.

Sus planteamientos son complementados por la vicepresidenta of People & Culture en Betterfly, Sol de Cabo, quien agrega que los jóvenes han logrado darle relevancia a necesidades fuera de lo económico.

“Valoran cada vez más la calidad de vida, sus necesidades personales, y también el impacto positivo que puede generar con su trabajo a la sociedad”, dice la vocera. Y añade: "Es clave siempre en nuestra propuesta de valor como área de personas entender el momento de vida de cada colaborador para poder diseñar lo que haga sentido con un 'salario emocional' vinculado a su momento de vida actual", sostiene.

“Quieren hacer algo que les apasione, que genere un cambio", complementa Arrieta.