Por: Teresa Espinoza, Diario Financiero
El fenómeno de la “gran renuncia”, que remece los mercados laborales en varios países, ya está ocurriendo en Chile, afirma la directora del Magíster en Capital Humano de la U. Mayor y coaching laboral, Ninoshka Fasce.
Psicóloga organizacional y clínica de la Pontificia Universidad Católica del Perú, dice que están renunciando a sus trabajos personas que querían dejar sus empleos pero que lo habían postergado por la pandemia. También aquellos que estuvieron en este tiempo con home office y que no están dispuestos a volver a un trabajo 100% presencial por un asunto de calidad de vida. Se está dando tanto entre ejecutivos como entre trabajadores de firmas de servicios y empresas productivas, asegura.
“Las empresas ponen avisos y se presentan muy pocas personas, y algunos que se presentan, cuando se enteran que es presencial, no se interesan por el puesto. A muchos les está siendo muy difícil conseguir empleados”, señala.
Explica que se da el caso de personas que tienen trabajos más de entrada al mercado laboral, que, por las ayudas estatales o los retiros, no están buscando empleo, pero sostiene que eso es parte de algo mayor: las personas, y en todos los niveles, están haciendo un mayor benchmark, están comparando más las diferentes empresas y las condiciones en que se trabaja en ellas.
-¿Es un fenómeno que va a perdurar en el tiempo?
-Yo creo que es algo situacional. Estuve leyendo unas investigaciones sobre lo que ocurrió con la sociedad después de la gripe española, y pasaba algo más o menos similar. Mucha gente empezó a ser más arriesgada en cuanto a emprender y la gente se abocó a la tecnología también, con lo que había en esa época, por supuesto. También la gente empezó a considerar más las condiciones no favorables para su calidad de vida.
-¿Qué sea situacional significa que es transitorio?
-Se va equilibrando, porque si bien en este momento las personas están siendo un poco más cuidadosas con su calidad de vida, eso no puede ser eterno, porque llega un momento en que la cuenta corriente avisa que tengo que conseguir trabajo. Entonces empiezan a volverse menos exigentes. Son ciclos y también va a depender mucho de lo que pase con la situación del país.
-¿Cómo debe responder la empresa ante este fenómeno?
-Muchas empresas, y me encanta que pase esto, ya están tomando acciones. Se están preocupando por tener un buen clima laboral y también de cambiar la estructura, desde cuántas horas está trabajando alguien a una medición por objetivos, con horarios más flexibles, por ejemplo. Muchas empresas están buscando mejorar su marca empleadora, porque van a tener menos problemas reteniendo a su personal, teniendo menos rotación, y porque quieren contratar talentos y para lograrlo tienen que ser un lugar atractivo para trabajar. Eso significa, además, contar con mejores competencias de liderazgo, para que los equipos se sientan más gratificados, porque potencialmente el trabajo es una enorme fuente de satisfacción, pero puede ser también una enorme fuente de estrés. Por suerte, varias empresas están adoptando medidas para ser fuentes de gratificación.
-Me imagino que eso es más fácil en las empresas más grandes…
-No es tanta la inversión que hay que hacer. De lo que se trata es de adaptarse, ser más flexible, no controlar tanto y confiar más, dirigir y dar buenas instrucciones. Son conductas que pueden darse en empresas de cualquier tamaño.
-¿Este fenómeno de la “gran renuncia” también está detrás de que la desocupación esté bajando más rápido entre la población migrante?
-Sí. La gente que está en reclutamiento se encuentra con que los migrantes suelen aceptar mucho más fácilmente los empleos que se ofrecen porque no tienen aquí las redes de apoyo con las que cuentan los chilenos, entonces necesitan trabajar pronto. Eso, respecto de los que tienen sus papeles al día porque también hay muchos, sobre todo haitianos, que no tienen más opción que la informalidad.
-¿Es posible proyectar lo que pasará en el mercado laboral con la llegada de más población migrante?
-Mi mirada es de psicóloga, no de economista. Lo que veo, al menos en el área de recursos humanos, es que muchas empresas incluso favorecen la contratación de inmigrantes, cumpliendo las cuotas por cierto, porque son personas que se comprometen más con su trabajo. Además, la tasa de emigración desde 2018 ha venido bajando y me imagino que va a seguir reduciéndose, porque las leyes de inmigración se están haciendo más exigentes, lo cual me parece adecuado porque como país, si bien se ha venido absorbiendo la mano de obra extranjera, no lo puede hacer indefinidamente.
-¿Qué opina de un proyecto como el de la candidatura de Gabriel Boric, de reducir la jornada laboral a 40 horas semanales?
-Hay diferentes estrategias en diferentes países y reducir la jornada es una buena idea, aunque va a depender mucho del tipo de trabajo. Incluso desde antes de la pandemia y del estallido social, en muchas empresas ya se trabajaba con home office, por objetivos, con horario flexible y eso funciona bastante bien, siempre y cuando se den otras condiciones, como un liderazgo aceptable y que la gente se sienta comprometida con la organización. Hay empresas donde, con o sin ley, ya tenían jornadas de cuatro días a la semana.
Un grupo de alumnos hizo una investigación en la que comparaban los resultados de dos grupos de vendedores, unos full time y otros part time. Los full time vendían, por ejemplo 100, y los part time, que trabajaban la mitad del día, 90. ¿Entonces, qué empezó a hacer la empresa? Tener más empleados part time.
Si yo tengo trabajadores que están agotados, y están haciendo lo mínimo indispensable para que no los echen, si les pongo 50, 40 o 30 horas es casi lo mismo. Igual van a producir lo mínimo necesario. Ahí depende mucho de cómo sean las relaciones al interior de la empresa y como sea la cultura organizacional.