Por: Por Isaías Sharon, director ejecutivo de LearninGroup
A esta altura de la historia estaremos todos de acuerdo que la educación está viviendo un cambio enorme. No solamente se modifican los sistemas de acceso y financiamiento en un mundo que entiende la enorme necesidad de tener una educación de calidad y oportuna (tremendo desafío pendiente aún a nivel global), sino también se están modificando los currículums de estudio y qué se debe aprender (y por lo tanto, enseñar) para este nuevo contexto de la historia de la humanidad. Solo por mencionar algunos cambios.
Otra transformación creciente, y que parece no tener fin, es la transformación tecnológica en el mundo de la educación. La pandemia aceleró una transformación que viene hace muchos años, pero que ha sido más bien guiada por profesionales de la capacitación, iniciativas corporativas y nuevos emprendimientos que han buscado abrir, diversificar y volver más económico el acceso al contenido dado por “los expertos” en diversas temáticas.
Udemy, una plataforma de e-learning con un marketplace que congrega a más de 65.000 profesores, ofertando más de 185.000 cursos para un total de más de 44 millones de estudiantes alrededor del mundo, se abre a bolsa en los Estados Unidos. Otra señal más de cómo esta industria sigue creciendo y apuesta en las grandes ligas y en el futuro.
Pero, ¿cómo impacta esto? No creo que de una sola forma, pero sí en que a pesar de que muchas personas señalan, en diversas encuestas, que la educación a distancia dificulta el vínculo interpersonal, no es tan efectiva en el aprendizaje y restringe el aprendizaje social, lo cierto es que se vuelve costoso y casi insostenible pensar en una institución educativa que logre ofertar lo que hace hoy Udemy, Coursera, Linked-In Learning, entre cientos de otras que existen en la actualidad, con los más diversos focos y participación de mercado.
Esto ha llevado que hoy las personas prefieran programas que son más cortos, totalmente on-demand (ajustables a su propio tiempo), muchísimos más económicos y que también cuentan, en muchos casos, con diversas acreditaciones o validaciones institucionales de aquel mundo no tradicional de la educación que sigue tomando fuerza, popularidad y validez en el mundo del trabajo, y sobre todo en el área que las personas necesitan: saber y saber hacer, aquello que marca la diferencia en su desempeño personal y profesional.
Si hoy se señala que el conocimiento se renueva, en promedio, cada cuatro años, y que en Internet se generan contenidos en 24 horas que nos tomarían cinco años poder “consumirlos”, sin mencionar la revolución tecnológica que cambia las cosas de una forma muy dinámica, se vuelve claro que pensar en tomar una carrera universitaria de cuatro, cinco o seis años de duración es una buena forma de tener conocimientos que en su mayoría serán obsoletos al momento de requerir aplicarlos. Lo mismo ocurre en la formación continua, en un mundo laboral más demandante y cambiante, programas de un par de años o varios meses debiera hacernos pensar si se adaptan, en muchos contextos, a los requerimientos reales que nos plantea el día a día y la necesidad de aprender lo necesario, de forma rápida, a bajo costo y que nos permita estar siempre aprendiendo algo nuevo, lo que hoy se conoce como el life-long learning (aprendizaje a lo largo de la vida).
Lo de Udemy y su apertura a la bolsa en EEUU, es tan solo otra señal de algo que se viene gestando hace un par de décadas, pero que en la actualidad se encuentra en su “momentum”, y quienes no lo entiendan, aprendan y se sumen a lo que está pasando, irán quedando cada vez en una posición más desventajosa o, derechamente, saliendo del juego.