Por: Joao Melhado, director estudios y políticas públicas Endeavor
No es tarea sencilla crear una palabra, pero sí se puede. Cuando Endeavor llegó a Chile, más de veinte años atrás, “emprendimiento” no existía en nuestros diccionarios. Por esto, nuestra primera misión, en conjunto a otras organizaciones fue justamente esa: que “emprendimiento” fuera parte del diccionario nacional.
Pues ahora nos toca nuevamente a todos y todas agregar la palabra “scaleup” al diccionario, especialmente en un año marcado por transformaciones y cambios que construirán el Chile de los próximos años, entre ellas, la Nueva Constitución y la elección Presidencial. Siendo hoy el emprendimiento y las scaleups uno de los instrumentos más relevantes de movilidad social y reactivación económica, no pueden quedar fuera de la discusión.
Lo primero para interiorizar este concepto es entender qué significa. En resumen, uno podría decir que es una empresa en proceso acelerado de expansión, que crece mucho en poco tiempo. ¿Cuánto? Al menos un 20% al año por tres años consecutivos, como define la OCDE. En Chile, las scaleups son solo el 1% de las empresas, pero crean 40% de los nuevos empleos. Las empresas que más crecen en el país son las que más impacto tienen, por eso es tan importante visualizarlas, entenderlas y apoyarlas – partiendo por agregarlas a nuestro vocabulario.
Las scaleups no serán PyMEs para siempre, aunque muchas de ellas hoy día se puedan calificar (en términos de ventas) como tal. La verdad es que las scaleups son las grandes empresas del mañana.
Las scaleups tampoco son startups. De hecho, son sus hermanas mayores. Las startups son empresas que están en búsqueda de un modelo de negocio escalable, muchas veces en base a tecnología, y que de alcanzar ciertas variables como el porcentaje de crecimiento descrito anteriormente se transformará en una scaleup. Cada una de ellas, incluidas las mypes y las pymes tienen desafíos específicos, y por eso quienes las apoyan (fondos de inversión, universidades, autoridades, organizaciones sociales, entre otros) tienen que adaptarse – y no al revés. Diferenciar sus características y nombres, es uno de los pasos para que esto ocurra, y el motivo que nos lleva como ecosistema a masificar este relevante concepto.
Un ejemplo práctico y en un contexto diferente que ilustra esta diferencia, podría ser el proceso de crear una vacuna, que se divide simplificadamente en dos partes. La primera, el ensayo clínico para hallar una combinación de elementos exitosa; la segunda, su producción y distribución masiva. La primera etapa, se asemeja mucho a una startup tratando de encontrar una respuesta para un problema gigante – la famosa búsqueda por el product market fit. La segunda, es mucho más parecida a una scaleup produciendo y distribuyendo aceleradamente, creando canales de distribución y marketing, entrenando grandes equipos y exportando globalmente.
Por fin tenemos ejemplos de estas scaleups exponenciales, que además de crecer aceleradamente (mucho más que 20% al año) en muy poco tiempo, tienen un impacto que va más allá de los número. NotCo, Cornershop, Babytuto, Betterfly y Fintual quizás sean las más famosas, pero hay varias como ellas en Chile. Tienen algo especial, un efecto multiplicador: sus empleados tienen stock-options y muchos otros beneficios, sus emprendedoras y emprendedores son mentores, ejemplos e inversionistas en las nuevas generaciones. Son capaces de potenciar todo un ecosistema y aumentar las expectativas de todo un país.
Por eso, si alguien te pregunta qué es una scaleup, dile: son las empresas que más crecen y más impactan el país. Agreguemos las scaleups en los diccionarios, y trabajemos todas y todos para tener muchas más de ellas en los próximos años. El futuro de Chile también depende de eso.