Por: Carolina León, Diario Financiero
¿Cómo ha impactado la flexibilidad laboral y el teletrabajo en el desarrollo y avance de las mujeres en cargos ejecutivos? ¿Valoran esta nueva forma de trabajo? Esas son parte de las preguntas a las que el estudio “Flexibilidad Laboral y Género Chile – España” buscó dar respuesta.
El análisis, realizado por la red de Mujeres de Alta Dirección (RedMad) y la Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras (Eje&Con), busca aportar a la discusión sobre si la flexibilidad laboral implica oportunidades para el desarrollo y avance de la mujer en la alta dirección.
La medición, que contó con una muestra de 200 empresas, 100 directivos de RR.HH. y más 400 mujeres ejecutivas de ambos países, mostró que hay una visión compartida entre empleadores y ejecutivas de ambos países en que la flexibilidad laboral -expresada en teletrabajo- ha traído múltiples beneficios, entre los que se cuentan mejor conciliación y calidad de vida, disminución del ausentismo laboral, mayor productividad y mejor estructura de costos, en el caso de las empresas.
Realidad en Chile
De acuerdo al análisis, en Chile las ejecutivas tienen una positiva evaluación de la experiencia en teletrabajo (76% la calificó como excelente o muy buena). Sin embargo, los resultados también mostraron un lado b, ya que el 54% de las consultadas en Chile señaló que trabajan más de 8 horas diarias, y que esta modalidad ha significado un alto componente de estrés y cansancio.
“El desafío es adaptar las reglas a esta nueva realidad, con el fin de proteger el bienestar de las personas. Algunas ideas que surgen del estudio son el derecho a desconexión y el establecimiento de un sistema de gestión por objetivos, más que por horas trabajadas”, comentó al respecto Carolina Martínez, presidenta de RedMad.
Según la medición, el ámbito de las relaciones es donde las ejecutivas encuentran el principal valor emocional del teletrabajo, ya que un 76% indicó que ha podido fortalecer su grupo familiar y un 66% señaló que ha mejorado la relación con sus hijos, pero en desmedro de la disponibilidad de tiempo para los asuntos propios.
El caso español
En España, de acuerdo al estudio, la realidad es un tanto diferente.
Al igual que en Chile, entre las ejecutivas españolas existe una percepción positiva de los impactos del teletrabajo en el ámbito personal, donde el 79% de las ejecutivas opinó que la experiencia general del teletrabajo ha sido excelente o muy buena.
Del mismo modo que para las ejecutivas chilenas, uno de los principales beneficios del teletrabajo para las profesionales españolas fue el fortalecimiento del grupo familiar. Sin embargo, en el país europeo también se le asignó valor a la libertad para disponer de tiempo personal, aspecto que es significativamente mayor que lo observado en nuestro país (58% versus 38%).
“Quizás la diferencia más visible entre ambos países, identificada por las ejecutivas en estos meses de confinamiento, está en que en España la distribución de tareas vinculadas al cuidado y crianza de los hijos tiende a estar más balanceada en la pareja que en Chile. Esto probablemente se deba a que la corresponsabilidad se ha fomentado a nivel estatal”, explica el estudio.
Respecto al punto de vista de los empleadores, el estudio mostró que en gran parte de las empresas consultadas en Chile y España existe un interés en avanzar hacia políticas de flexibilidad y corresponsabilidad.
En concreto, un 83% de las empresas españolas y un 62% de empresas chilenas se mostraron dispuestas a adoptar alguna forma de flexibilidad laboral post crisis sanitaria.
En Chile, un 62% de los empleadores encuestados consideró que el teletrabajo ha tenido efectos positivos en la vida personal de los colaboradores, pero reconocieron que en el caso de las trabajadoras éstas tienen una mayor carga bajo condiciones de teletrabajo.
Para implementar la flexibilidad de manera exitosa, Martínez señaló que es clave que las empresas confíen en el talento de las personas y que definan objetivos concretos en materia de corresponsabilidad y regulación de la jornada, “para no profundizar las brechas de género que ya observábamos. Esta es una transformación que requiere la colaboración de todos los actores: el sector privado, las políticas públicas, y también un cambio de perspectiva individual. En ello, el desarrollo de nuevos liderazgos, inclusivos y complementarios, son clave para conducir este proceso”.